Page 246 - LIBRO DE ACTAS-II-JORINVEDUC-2016
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superior, se reduce a la historia de la Filosofía, de tal forma que la memoria es el centro, dejando de
                 lado  otros  aspectos  potenciales  a  desarrollar,  el  aspecto  crítico,  analítico,  entre  otros  aspectos
                 más…”
                        Expresa  que  realiza  una  propuesta  sobre  la  dinámica  de  la  enseñanza  de  la  Filosofía,
                 recurriendo a la ilustración de filósofos o corrientes filosóficas, buscando el vínculo con la vida
                 cotidiana. Hay que tener claro que la Filosofía surge de la propia necesidad humana para responder
                 a las preguntas de la vida del hombre, o bien, que éstas le ayuden a salir de su enajenación continua.
                 Refiere que los aportes surgen de la experiencia que cada uno de nosotros tiene, en este sentido, los
                 ejemplos y los comentarios vertidos parecerán de lo más simple posible, sin embargo, es tarea del
                 docente de Filosofía renovarse continuamente y no caer en la enajenación que nos persigue día a
                 día, en este sentido, la siguiente reflexión parte de la propia experiencia en relación a la enseñanza
                 de la Filosofía, limitándola a aportes generales que muestran la gran diversidad de estrategias que
                 manejamos  o  podríamos  manejar,  o  bien,  crear  o  recrear  en el  aula,  a  partir de  la  creatividad
                 docente, en la especialidad de Filosofía, de forma que podríamos entenderla como algo teórico
                 apartado de la vida cotidiana y de lo práctico, o por el contrario, podríamos experimentarla como
                 un ente vivo, que se crea y recrea en el filósofo como una práctica y en ejercicio diario, e incluso un
                 estilo de vida.

                 Referentes conceptuales
                 El dilema de enseñar Filosofía
                        La educación es un fenómeno complejo, esencialmente humano, en permanente cambio
                 determinado por un conjunto de variables en el que intervienen diversos actores, la educación es
                 una obra de arte y el docente de Filosofía es un actor que produce. Las actividades educativas
                 adoptan  distintos  modos  de  organización  social  según  el  volumen  y  el  contenido  concreto  del
                 conocimiento cultural.
                        Hablar de conocimiento refiere a los saberes que un sujeto ha de construir durante toda su
                 vida  y  específicamente  a  los  que  las  instituciones  de  educación  formal  pretenden  que  se  logre
                 legitimado por la sociedad. El conocimiento es entonces el gran protagonista de este siglo XXI y el
                 acceso a él se concibe como un proceso desarrollado a lo largo de toda la vida y en el que las
                 necesidades son cambiantes.
                        El  alumno  logra  conocimientos  científicamente  válidos,  socialmente  aceptados,
                 técnicamente adecuados, éticamente deseables desde su comunidad cultural. Estos conocimientos
                 se manifiestan en términos de competencias a desarrollar a lo largo de su vida y lo perfilan como
                 persona, aquí está la respuesta que determina todo el quehacer educativo: ¿para qué enseñamos?,
                 las  finalidades  de  la  educación,  la  formación  de  la  persona  y  del  ciudadano  contestan  el
                 interrogante.
                        Un profesor de Filosofía responsable de la formación integral de sus alumnos, autónomo,
                 creativo  y  éticamente  comprometido  con  la  formación  de  valores  recurre  a  mecanismos  que
                 amortigüen su tensión y vulnerabilidad. No es posible reducir la comunicación profesor-alumno a
                 la  transmisión  aséptica  de  contenidos,  también  los  sentimientos,  los  hábitos  y  las  ideologías
                 transmitidas inconscientemente en las palabras, en las miradas, la educación cambia, pero algo
                 permanece y es la influencia que ejerce el docente en el estudiante.
                        La Filosofía es considerada un instrumento funcional integrador del conocimiento y de la
                 experiencia humano-profesional, pues relaciona en una diacronía histórica, el origen y desarrollo
                 crítico de todos los saberes, a través del cual el profesor alcanza a desarrollar su capacidad crítica,
                 objetiva y consciente a partir de la realidad pensada, configurada, la Filosofía aparece como un
                 elemento imprescindible para una sólida formación humana, científica y tecnológica. En este mismo
                 orden,  desde  una  perspectiva  crítica  y  analítica,  se  destaca  el  estudio  de  la  Filosofía  en  el
                 Profesorado enfatizando la expresión de su visión, misión histórica y esencial como Institución

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