Page 271 - LIBRO DE ACTAS-II-JORINVEDUC-2016
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En otras palabras, si se pretende un trabajo compartido que involucre a todos los agentes,
                 esto  es,  a  los  formadores,  residentes,  co-formadores,  a  fin  de  enriquecer  la  formación  de  los
                 estudiantes y se olvida a uno de los sujetos del equipo, se cae en una contradicción. Desde esta
                 lógica, no es posible como prevé el Diseño Curricular la superación de la disociación de la teoría y la
                 práctica entre los institutos y las escuelas asociadas omitiendo al profesor que recibe a los residentes.
                 La relevancia de los procesos de formación en las prácticas queda sólo en el discurso, poniendo de
                 manifiesto una visión que termina siendo reduccionista.

                 Ante esta situación es inevitable la pregunta, ¿Dónde está el co-formador?, ¿Quién es?

                        Los  formatos  curriculares  que  integran  el  campo  de  la  práctica  profesionalizante,  son:
                 Trabajo de Campo y Práctica Docente. Este último, es el formato específico de Práctica y Residencia,
                 en ella nuevamente se hace énfasis en la práctica y en el trabajo en equipo. Dice:

                        (La Práctica Docente) se encadena como una continuidad del trabajo de campo, por lo cual es
                 relevante  el  aprovechamiento  de  sus  experiencias  y  conclusiones  en  el  ejercicio  de  las  prácticas
                 docentes.  En  todos  los  casos,  cobra  especial  relevancia  el  trabajo  en  equipo  con  los  docentes
                 orientadores de las Escuelas Asociadas y los profesores de Prácticas de los IES (Res. 2335-E-15).

                        Este  es  el  único  lugar  donde  se  menciona  al  profesor  co-formador  como  los  docentes
                 orientadores, pues, en lo que respecta al campo de la práctica, el currículo pone énfasis, sobre todo,
                 en la práctica de los residentes. De ninguna manera quiero sugiero algún desacuerdo al respecto,
                 sin  embargo,  llama  la  atención  que  la  figura  del  co-formador  o  docente  orientador  no  esté
                 contemplado y que apenas se lo mencione ¿Quién es?, ¿Por qué no aparece? ¿Cómo es o debe ser?
                 ¿Qué  función  cumple  dentro  de  estos  espacios  de  formación?,  ¿En  qué  condiciones  sociales,
                 institucionales y pedagógicas desarrolla o debe desarrollar su labor? El currículo no lo contempla.

                        En la República Argentina, M. Foresi (2009), dice que esta actividad profesional  – la del
                 docente co-formador- no tiene aún ningún reconocimiento material ni simbólico, desarrollándose
                 bajo la buena predisposición de maestros y profesores que abren sus puertas para recibir a los
                 practicantes, en el marco de acuerdos personales y, en el mejor de los casos, institucionales.

                        Diversos autores (Sanjurgo, 2009; Menghini y Negrin, 2008; Edelstein, 1995; entre otros),
                 señalan la importancia de la función del profesor que colabora con el estudiante que se inicia en los
                 gajes del oficio de enseñar. A nivel internacional, el profesor co-formador es también conocido
                 como  el  supervisor,  el  profesor  mentor,  formador  en  terreno.  Así,  por  ejemplo,  los  profesores
                 mentores asesoran y supervisan a los profesores que se inician en la docencia. La tarea que se
                 designa al “mentor” es el de asesorar didáctica y personalmente al profesor principiante, de forma que
                 se constituye en un elemento de apoyo (Marcelo y Vaillant, 2001: 84).

                 Marcelo (1999) plantea que la iniciación a la enseñanza o inserción profesional, requiere de apoyos
                 para que los primeros años de enseñanza sean años de aprendizajes y no sólo de supervivencia. En
                 este  sentido,  los  profesores  mentores  o  coformadores  cumplen  una  función  relevante  en  los
                 procesos de inserción.

                 En esta línea, Perrenoud marca el papel relevante que deben cumplir los “formadores de terreno”
                 (co-formadores). No los piensa como meros auxiliares de los formadores, sino que los considera
                 desde  la  autonomía  profesional.  Son  los  que  deben  encontrar  su  espacio  en  el  dispositivo  de
                 formación, lo que implicaría que, en la medida de lo posible, estén asociados a los objetivos del
                 proceso. Esto demandaría, el reconocimiento del papel del profesor coformador desde los diseños
                 curriculares, entendiendo que su participación es esencial en la formación de las prácticas docentes.


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