Page 48 - LIBRO DE ACTAS-II-JORINVEDUC-2016
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sorpresa, sus habitus, sus huellas, sus matrices, conformadas a través de sus trayectorias sociales,
                 familiares y escolares en las instituciones respectivas, fundamentalmente en la escuela tal como lo
                 estudia Rockwell (2005). Ese formato escolar fuertemente inscripto en el cuerpo, no habilitaba la
                 tolerancia a lo incierto, a la desestructura, a lo novedoso, al pensamiento y la reflexividad. En los
                 comienzos, la propuesta del Proyecto generaba además de enojo y queja,  resistencia, en tanto no
                 entendían el sentido del trabajo y el camino que seguíamos. Las cosas tampoco eran fáciles para mí,
                 debía sobreponerme, a mis propias crisis e inseguridades por el proceso que construíamos y a mis
                 propias matrices -sobre el acto escolar y la clase- también configuradas como las de ellos. Incluso en
                 algunas oportunidades ellos me indicaban, me aconsejaban porque les daba la impresión de que yo
                 no  sabía  muy  bien  que  hacer,  que  no  sabía  conducir  una  clase,  que  no  tenía  muy  claro  cómo
                 enseñarles -tal como se atrevieron a contarme bastante tiempo después-. La apertura de la cátedra y
                 la  labor  de  lograr  su  máximo  protagonismo  y  participación  en  la  construcción  colectiva  de  la
                 propuesta pedagógica, era interpretada como falta de capacitación. Sin embargo, bastante segura de
                 la posición teórica, no me enojaba con sus “consejos”. De alguna manera entendía que la fuerza de las
                 huellas  -“el  maestro  es  quien  dirige  el  aprendizaje”-  les  impedía tolerar  la  no directividad  en  el
                 proceso colectivo de construcción del conocimiento.

                    En resumen, entendemos es importante destacar que frente a una propuesta que podríamos
                 clasificar  como  “innovadora”,  en  el  sentido  que  intentaba  salvar  el  hiato  habitual  entre  teoría  y
                 práctica o guardar coherencia entre los postulados teóricos y los abordajes prácticos, las respuestas
                 de los alumnos dieron cuenta de disposiciones de resistencia a lo nuevo que se intentaba instalar. En
                 tal sentido, lo más valioso que se desprende de esta situación, es que erramos al idealizar a los
                 alumnos y creer en su apertura o disposición a lo nuevo en cualquier experiencia de aprendizaje. Son
                 ellos mismos quienes van a reclamar “por favor, más de lo mismo”, serán ellos los primeros en resistir
                 a lo diferente, los primeros en exigir “dígame cómo tengo que hacer”
                    En  síntesis,  los  alumnos  no  son  lo  que  deseamos  ver/encontrar/imaginar  de  ellos  sino  el
                 resultado/producto  -aunque  parezca  demasiado  determinista-  de  sus  trayectorias  sociales  y
                 escolares. Por ello, una apelación en relación a esto, debemos sortear en primer lugar esta barrera, si
                 pretendemos  intentar  ir  en  contra  de  lo  “establecido”,  si  pretendemos  plantear,  por  ejemplo,
                 propuestas  pedagógicas  consonantes  con  teorías  constructivistas  del  aprendizaje.  En  tanto  esta
                 situación nos llevará al desequilibrio y vacilación con lo que proponemos, será necesario no perder
                 la seguridad, fortalecer la posición y reconocer que esa situación será parte importante a considerar
                 en el proceso a seguir, sabiendo, mientras tanto, que si nada de esto ocurre es porque no estoy
                 desafiando sus matrices, no estoy poniendo en tensión sus modos habituales de relacionarse con el
                 conocimiento, no estoy yendo en contra del statu quo en materia de enseñanza.
                    En  cuanto  a  los  dos  siguientes  puntos,  están  muy  estrechamente  relacionados  o  mejor  aún
                 podríamos afirmar que la investigación efectuada desde la modalidad de IAP en el Proyecto La Clase
                 condujo a la conformación de una comunidad de práctica.

                    Si tomamos en consideración que la Investigación Acción Participativa (IAP), es según Sirvent
                 “…un modo de hacer ciencia de lo social que procura la participación real de la población involucrada
                 en el proceso de objetivación de la realidad en estudio…”, estaremos de acuerdo que esta perspectiva
                 constituye  una  forma  privilegiada  de  enseñar  a  investigar.  En  la  experiencia  estudiada,  los
                 estudiantes, en su proceso de aprender a hacer investigación, fueron problematizando la clase vivida
                 desde la IAP. De igual forma la docente como responsable de coordinar el proceso fue practicando la
                 reflexión-acción sucesivamente clase a clase.

                    Podemos  argumentar  también  desde  los  aspectos  epistemológicos,  relacionados  con  la
                 deconstrucción científica y la reconstrucción emancipatoria, que caracterizan la IAP (Fals Borda). En
                 el Proyecto La Clase, sin proponérnoslo en forma consiente, produjimos conocimiento desde las
                 siguientes  ideas  fuerza,  desde  las  que  se  constituyó  la  IAP:  a)  las  relaciones  entre  ciencia,
                 conocimiento y razón, b) la dialéctica entre teoría y práctica y c) la tensión entre sujeto y objeto.

                    De todas maneras, hay aprendizajes importantes que derivamos de la experiencia de aquel año y
                 de los años de formación sucesivos, una buena pedagogía de la investigación debería preocuparse
                 por enseñar que las categorías cerradas no nos ayudan a pensar. Es necesario formar para tensionar
                 teorías, categorías, contenidos, etc. Las divisiones tan tajantes entre modalidades de investigación


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